sábado, 29 de septiembre de 2012

-¿Y usted? ¿Cómo gasta su tiempo libre, señorita?
-¿Me pregunta a mi?- Intenté no tartamudear demasiado ni dejarme caer de nuevo en el nerviosismo sin razón.
-No, a ese cuadro abstracto que está detrás de su cabeza- Sonrió lentamente, dejándome una vez más sin respiración-  Por supuesto que es a usted, señorita Klein.
-Me... me gusta el arte- sonreí intentando sonar convincente.
-¿Arte? Me sorprende... ¿Conoce obras, autores...?- Se acomoda relajadamente sobre el sillón de cuero, centrando su mirada en mí y frunciendo los labios.
-Es algo complicado de explicar, señor. El arte es algo más que un sentimiento expresado en papel, el arte es desde el famoso cuadro de El Grito de Munch hasta una sonrisa adormilada mañanera. Estamos rodeados de arte a todas horas, señor. Una risotada sonora, una mirada suplicante o un buen traje en un cuerpo perfecto. Los museos se llenan de gente que todavía no ha aprendido que el verdadero arte es gratis.
Se remueve en su asiento, su expresión ha cambiado, vuelva a apoyarse en sus codos sobre la gran mesa de su despacho y continúa con una mirada infranqueable. 
-¿Una aficionada al arte que nunca ha pisado un museo?
-Asómese a una ventana, vea un atardecer en la playa, mírese en el espejo y sonría... Estará delante del museo más exclusivo y barato del mundo. Su propia vida es puro arte.
Torció su rostro a una sonrisa que le contagió sus ojos y a mi una vez más, me dejó sin pulso.