jueves, 27 de junio de 2013

Y entonces mientras la gente va de un lugar para otro sin tener un destino seguro, nosotros seguimos soñando despiertos y pactando con el destino, para que nuestros caminos se crucen alguna vez como por arte de magia, desinteresadamente.
Soñamos con citas descalzos por playas imaginarias y con sonrisas cómplices en cenas con vino barato sentados en el suelo.
Planeamos un hogar perfecto para un futuro difuso, y vemos la distancia como un reto más en nuestra aventura.
No nos rendimos ante lo que dice la gente, porque nadie que no haya experimentado algo así puede entenderlo.
Podemos hablar durante horas y parecernos minutos e incluso cuando la imposibilidad de nuestros planes nos cae sobre los hombres, sabemos como mantener la vela de la esperanza encendida en mitad de una tempestad.


Porque alguien dijo una vez que cuando una persona desea realmente algo, el universo entero conspira para que pueda realizar su sueño.
Nosotros nacimos soñadores y no queremos despertar hasta que durmamos en la misma cama.