No sé cuántas
veces he empezado este texto, cuántas canciones me he puesto de fondo
intentando llamar a las musas, como si fuera una luz fluorescente y ellas
fueran polillas, no sé cuántas noches me han hecho falta para entenderlo todo,
salir de mi destructivo pozo de autocompasión enfermiza, sentarme, pensar y
soltar todo lo que navega libremente por mi cabeza y me impide ser feliz al
cien por cien, sin condiciones.
Cuando se está de mierda hasta las cejas, el simple peso de una mosca que se te
pose en la cabeza, te hunde, impidiéndote ver la realidad de los problemas,
pero una vez allí, sumergida en una oscuridad nauseabunda, te convences que es
donde tienes que estar, permitiendo a los fantasmas del pasado que acampen a
sus anchas en tu alma y te conviertan poco a poco en un ser frío, negativo,
depresivo y con una autoestima tan ridículamente baja, que hasta una hormiga se
ve como un ser superior y por tanto, con la autoridad de pisotearte.
Es difícil reconocer que se ha llegado a tocar fondo, sobre todo para una
persona incapaz de pedir ayuda para salir del fango.
Buscar la soledad consentida por miedo a verte solo, esconderte para poder
tejer una máscara de mentiras con la que cubrir el horror de la realidad que te
cae sobre los hombros, todo se convierte en una horrible película de terror psicológico
que te persigue allá donde vas, un thriller
donde tú eres el protagonista y que no va a terminar, por mucho que pulses stop.
Lo único que haces es pensar en lo malo de las cosas, alimentas tu pasado con
posibilidades que te destruyen el futuro, actúas mal con personas que quieres,
eres inseguro, desconfiado y tu propia imagen es tan deprimente, que tu mente
espera cómodamente sentada, a que el siguiente palo te vuelta a partir por
dentro un poquito más.
Es duro sentarse a escribir lo que se siente en una situación así, expresar tal
nivel de vulnerabilidad a gente que piensa que eres fuerte y decidida en la
vida, a la que no le afecta absolutamente nada las cosas que puedan pasar a su
alrededor, alguien que piensa que eres fría sin motivo, sólo por serlo, pero
todos tenemos un tope, todos tocamos el fondo alguna vez en nuestra vida y en
esos momentos, sólo tienes dos opciones, sentarte, acomodarte en esa oscuridad
opaca y aguantar un silencio que te va dejando poco a poco sordo, o agacharte y
utilizarlo para tomar impulso y salir de ese pozo sin salida aparente. Todos
vamos a llegar a ese momento en el que las lágrimas nos ahoguen y nos haga
darnos cuenta que no sirve de nada autoflagerarte por criticas de gente vacía,
no vale la pena despreciarte como persona porque la suerte no está de tu parte y mucho menos permitir que unos
fantasmas endemoniados posean relaciones actuales y nos hagan esperar lo peor
de todo en cualquier momento.
No es fácil dar ese impulso, empezar a exorcizar demonios, romper máscaras,
nadar en mierda, cerrar libros (Incluso quemarlos si fuera posible), a creer en
ti y en tu potencial como persona, darte oportunidades, quererte y empezar a
ver a las personas que te rodean como libretas nuevas, donde todo tiene que ser
escrito de cero, sin influencias pasadas.
Entonces, después de decidirnos a destruir cadenas que nos impiden crecer como
personas, vamos llegando a la superficie y dándonos cuenta que por muy oscuro
que este el cielo de nuestra vida, un simple rayo de sol puede crearnos un arcoíris,
y allí estará, brillante, haciéndose paso entre un manto gris, recordándonos que,
no existe oscuridad completa que nos impida brillar.
No me siento con poder para darle consejos a gente que esté en ese pozo de mierda
ahora mismo, pero hoy me he dado cuenta la importancia de la comunicación,
coger a una persona con la que tengas la suficiente confianza para desnudar tu
alma y mostrarle tu vulnerabilidad, y hablar, desahogarte, que te ayude a darte
cuenta que no estás solo, sino que solo tienes que quitarte la venda de los
ojos, mirar a tu alrededor y dejarte abrazar. Os garantizo que la sensación de
bienestar, comodidad y felicidad elimina cualquier pequeño rastro de mierda que
pudiera intentar atraparte.