martes, 7 de junio de 2016



Kate lo esperaba sentada en un banquillo de la cocina, su mirada perdida estaba atenta a la pantalla del móvil, atenta a la hora o a que un mensaje con su cara le iluminara la habitación y la vida, pero era esperar imposibles, la decisión estaba tomada, quería pensar que desde hace poco pero los meses pesaban en su mente como piedras. Nada iba bien, no eran felices, ni tan siquiera eran tan iguales como creían serlo, sus caminos habían estado unidos mucho tiempo pero… había una fecha de caducidad, nadie quiere cambiar su vida por una loca sentimental como ella, él estaba cansado, ella conocía el motivo silencioso de su comportamiento.


-     Hola Kate – entró Tom – Querías hablar, ¿Verdad?
 
-         Sí – Susurró ella


Hubo un silencio muy incómodo, se habrían podido oír sus respiraciones pero ninguno de los dos respiraba, Kate intentaba no romperse más, Tom estaba empezando a hacerlo.


-         Antes no hemos podido terminar nuestra charla, escucha, si no coges ese trabajo fuera por mi cometes un error. Me encanta estar contigo y soñaba cada día con un futuro juntos en una casita pequeña, rodeados de perros, pero me partiría el corazón ser la razón por la que renuncias al sueño de tu vida, porque, sinceramente no sé qué futuro tenemos, queremos cosas diferentes y tú no me quieres de la forma que yo lo hago, pero si nuestro vínculo es tan fuerte como creemos, volveremos a encontrarnos.


Kate intentaba no llorar, Tom miraba por la ventaba intentando procesar cada una de las palabras que oía, nadie está preparado para que un amor te deje de repente, no cuando apenas un rato antes habían estado bromeando entre besos y abrazos, él no la entendía y ella sabía que sólo era un lastre para su flamante próxima escalón en su carrera.


-         Y si no nos volvemos a encontrar – Continuó Kate- Si esto no era más que una rutina por miedo a la soledad, si ese vínculo del que hablo no existe, puedo garantizarte que eres a historia más bonita que he escrito en mi libro, me has inspirado y hecho tan feliz que no te merezco, mereces ser libre, volar muy alto y encontrarse a esa chica que sea como tú, otra chica de ciencias que te entienda, lo que siempre has querido.


-          Yo te quiero a ti- susurró

-          Tú no sabes lo que quieres, Tom. Ahora dices querer lo que estás perdido, pero un tiempo solo te hará darte cuenta que no, no me hago de querer, soy rara, alguien complicado de mente extraña, soy una persona que necesita un cien por cien y a ti no te gusta el compromiso, vives para tu carrera y tus prioridades son diferentes, nunca te pedí que cambiaras, las personas no pueden ni deben cambiar porque alguien se lo diga… Por eso no te pido que cambies, te pido que seas feliz.

-          No te entiendo

-          Yo tampoco, y nunca me voy a entender. Vas a seguir en mi mente en cada segundo de mi día a día, estaré arrepintiéndome de esto, pero es lo mejor, para ti, para mi y sobre todo para tu felicidad. Te quiero Tom, no lo olvides.


El silencio volvió, los estaba dejando sordos, sus planes de futuro cercano se estaban rompiendo al igual que todos y cada uno de sus momentos vividos juntos, Kate se levantó de la silla y se marchó de la habitación. Tom se quedó en el mismo sitio, de pie, en silencio y en el momento que todo llegó a su cerebro al cien por cien se puedo oír un clack en su pecho que se escuchó en varias manzanas, nadie está preparado para dejar partir a una mitad y más aún cuando es el amor de tu vida.

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