lunes, 24 de noviembre de 2014

Este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojalá, esta ceniza no juega con fuego, este ciego no mira para atrás. No soy un fulano con la lágrima fácil, de esos que se quejan sólo por vicio, si la vida se deja yo le meto mano y sino, aún me excita mi oficio. El día del juicio final puede que Dios sea mi abogado de oficio, pelearé hasta el último segundo y mi epitafio será: “No estoy de acuerdo”.  Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren. Pongamos que hablo de Sabina.


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